martes, 10 de noviembre de 2015

Diaga Laga, el Burro




Una leyenda zapoteca nos cuenta que hace muchos años, Dios se encontraba en el Cielo junto a todos sus hijos, esperando que la Tierra que las aguas procedentes del Diluvio que había creado habían mojado, se secara. El Diluvio había sido fuerte y había durado cuarenta días. Entonces había que esperar con paciencia.

Para entretener a sus criaturas predilectas durante el largo tiempo que le llevaría a la Tierra secarse, decidió contarles cuentos y bonitas mentiras (1). Con el relato de sus muy buenas mentiras, Dios tenía a su auditorio embelesado, pues era muy buen narrador. Todos los animales que se encontraban a su vera estaban fascinados y muy atentos a las mentiras.


 Cuando Dios les estaba contando el mito del origen del universo, pensó que tal vez la Tierra ya se hubiese secado, y le dijo a uno de los animales que se encontraba cerca de él que se asomara a ver si el Sol ya había secado a la Tierra. Pero tan bonita era la narración que contaba Dios que el animal ni le escuchó y siguió, muy entretenido oyendo la historia.

Al ver Dios que el animal no le obedecía le repitió la orden, pero éste siguió enfrascado en el cuento, del que no quería perder ni una parte. Por tercera vez Dios, furioso por no ser obedecido, dejó el mito y volvió a dar la orden al animal, lo miró con ojos de fuego y le gritó: -¡Vete, Burro!
El pobre animal, contrito, se levantó, y en ese preciso instante sus orejas crecieron muchísimo, y le quedó para siempre el nombre de “burro” que Dios le puso y que suele emplearse muy peyorativamente.

(1)  Entre los zapotecos contar mentiras es un género narritivo de su tradición oral.

Sonia Iglesias y Cabrera

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