martes, 2 de agosto de 2016

Las costillas del Diablo



Tepotzotlán es una localidad que se encuentra en el Estado de México, muy cerca de la Ciudad de México. Su nombre significa en lengua náhuatl “lugar donde abundan las jorobas”. Como toda localidad de nuestro país, cuenta con una fecunda tradición oral. Una de sus leyendas nos relata que hace mucho tiempo, en los túneles que se encuentran abajo del ahora Museo del Virreinato, existe una roca volcánica en la que se ven, perfectamente marcadas, unas costillas de hombre.

El origen de este fenómeno se debe a que en cierta ocasión un par de ángeles muy travieso decidió que podía atrapar sin problema al Diablo. Los ángeles establecieron un plan perfecto con el fin de agarrarlo. Después de mucho pensarlo, decidieron que la mejor forma de llevar a cabo su propósito era tentar al Demonio con una joven muy bella. Acudieron a la ciudad de Tepoztlán y se dirigieron a la casa de Sofía, la muchacha más hermosa del lugar, y le expusieron su plan. Sofía debía meterse en uno de los túneles completamente desnuda, e invocar al Diablo con una conjura especial que los ángeles conocían. Ya que el Diablo se apareciese atraído por la voz y la belleza de la muchacha, los ángeles lo atarían a una gran roca por medio de unas cadenas.



Sofía aceptó encantada lo solicitado, pues consideraba que era una buena manera de deshacer a la humanidad de ese ser tal maligno. Llegó la noche, y la joven se introdujo en el túnel, se desvistió y repitió el conjuro varias veces. Al fin el Diablo apareció y trató de poseer a Sofía. En ese momento aparecieron los valientes ángeles, tomaron por sorpresa al Demonio y lo ataron a la roca elegida.

Satán quedó inmovilizado, y por más que hacía la lucha, no lograba quitarse las cadenas. Luchaba y luchaba, pero nada lograba. El amanecer se acercaba, y el Diablo estaba furioso. Intentó cargar la roca para escapar y la presionó muy fuerte para levantarla, tan fuerte fue la presión que el calor de su cuerpo fundió parte de la roca, al desprenderse de ella las costillas se le quedaron marcadas en la piedra, pero logró escapar.

Desde entonces se puede ver la marca de las costillas del Diablo que quedaron para siempre estampadas en la roca volcánica. De más estar decir que el Diablo siguió haciendo de las suyas en la Tierra, a pesar de las buenas intenciones de los dos ángeles y de la bella Sofía.

Sonia Iglesias y Cabrera

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