martes, 17 de noviembre de 2015

La Dalia y los Niños




Cuenta una leyenda nahua de la zona de la Malinche, en el estados de Puebla que había una vez una viuda que tenía dos niños pequeños. Al poco tiempo de haber enviudado se encontró a un señor con el cual se fue a vivir; pero el hombre no quería a los niños porque no eran sus hijos, y un desafortunado día los dejó en el bosque, para que los coyotes se los comieran. Los dejó en lo más profundo del bosque y les dijo que se quedaran ahí porque él iba a recoger ocoxal para el temazcal. Pasó el día completo y el hombre no apareció. Como empezó a oscurecer, los pequeños se pusieron a llorar de miedo. En esas estaban cuando de pronto se apareció un pajarito muy brillante que cantaba muy bonito. Al verlo, los niños corrieron tras él y lo atraparon. La pequeña ave al verlos llorar les dijo que no lloraran y que fueran con él a la casa  de la Malintzin. Ésta era una mujer muy bonita de vestido verde, pues es la patrona de la montaña que vive en la entrañas de la misma.

Cuando los pobres niños llegaron con la Malitzin a sus preguntas respondieron que el nuevo esposo de su madre les había abandonado en el bosque. La Malitzin les dijo que los iba a ayudar, pero que no se iban a quedar en su casa, sino que debían regresar a la superficie de la Tierra. Les regaló una hermosa flor dentro de una caja, una dalia, y les recomendó que la cuidasen muy bien y la mantuvieran adentro de su caja, la sahumaran todos las noches con incienso, porque si la trataban bien la dalia les iba a dar dinero para que compraran comida y ropa.


En la casa de la Malitzin había muchas cajas que llamaban la atención de los niños. Un día que se encontraban solos, abrieron una de ellas. Cuando lo hicieron salió un viento terrible, empezó a llover, a granizar y cayeron muchos relámpagos. Los pequeños se dieron cuenta que ahí se encontraban todos los males que aquejaban a la humanidad. Cuando la Malitzin regresó, inmediatamente cerró la caja de donde habían salido tan tremendos males, y envió a los niños a la Tierra.

Cuando los pequeños regresaron se pudieron comprar la ropa y la comida que quisieron. Pero las personas del pueblo se extrañaron de que tuvieran dinero. Los denunciaron a las autoridades, y se los llevaron presos junto con la flor. Un ratón que vivía en la celda los vio y les dijo que dejaran de llorar porque los iba a sacar si le daban algo. Los niños que sólo tenían una tortilla para mal comer, la partieron y le dieron algunos  pedazos. Entonces, el ratón hizo un agujero en el piso, por donde pudieron escaparse por la noche.

Se fueron a vivir a otro pueblo, compraron una casa. Cada noche sahumaban a la flor y al otro día encontraban muchas monedas de oro. Cuando los niños crecieron fueron a buscar a su mamá que ya estaba muy vieja, sola y enferma; el hombre con el que había vivido  había muerto despeñado por borracho.

Los jóvenes  vivieron muy felices, siempre ayudados con el dinero que les proporcionaba la dalia. Perdonaron a su madre por haberlos abandonado,  la ayudaron y la cuidaron hasta que se murió.

Sonia Iglesias y Cabrera

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