martes, 19 de julio de 2016

El Cuerudo de Apatzingan



Durante la época de la Intervención Francesa en México surgieron en Michoacán los famosos “cuerudos”, guerreros muy valientes que luchaban por la patria, Un día en una batalla entre franceses y mexicanos en Apatzingan, un cuerudo le cortó la cabeza a un francés, la cual quedó tirada en el campo de batalla. Pasados algunos años, los campesinos de la región empezaron a oír, a la caída del sol, los sonidos de una batalla, a los que seguía un absoluto silencio. Los perros aullaban asustados, y los coyotes se ponían inquietos y furiosos. Al cabo de un rato, aparecía la figura de un jinete sin cabeza, montado en un hermoso caballo negro, que llevaba en la mano una espada. Iba el jinete vistiendo uniforme del ejército francés lleno de sangre, y una capa roja que flotaba al viento.



El jinete sin cabeza cabalgaba muy enojado y buscaba desesperadamente su cabeza perdida que no podía encontrar. Estaba tan furioso que cuando veía a alguna persona, sin pensarlo dos veces le cortaba la cabeza con su filosa espada. El jinete francés se aparecía, sobre todo, en las noches que hay luna llena; daba vueltas por todo el campo buscando su cabeza, y como no la encentraba, se iba a las ranchería y a los pueblos a buscarla. Entraba como un torbellino por la calle, llegaba hasta el centro de los pueblos, donde el majestuoso caballo negro, se paraba en dos patas y relinchaba escalofriantemente. ¡Pobre de aquel que tuviera la mala suerte de salir de su casa, porque quedaba sin cabeza! Cuenta la leyenda que alguno que otro hombre que se consideraba muy valiente, le salía al paso al jinete y rifle o pistola en mano, le disparaba varias veces; pero como es de suponer, las balas no afectaban para nada al francés que regresaba del Más Allá a buscar su perdida cabeza.

Es por ello que los pobladores de Apatzingan prefieren no salir de sus casas las noches en que hay luna llena, pues es muy posible que se topen con el famoso jinete sin cabeza, prefieren ponerse a rezar hasta que dejan de escuchar el trote del caballo y sus relinchos.

En cierta ocasión una muchacha que estudiaba en Apatzingan, regresó a su ranchería el fin de semana para pasarlo con sus padres. Caminaba, con unas amigas de la escuela a las que había invitado a su casa, desde donde las dejaba el autobús de pasajeros hacia su casa, pero se les hizo tarde cuando agarraron camino por aquellos hermosos campos. El tiempo pasaba, y el sol se iba ocultando poco a poco. En el cielo brillaba la luna llena, cuando de pronto escucharon el fragor de una batalla: disparos, voces, gritos, relinchos de caballos… y de repente, un silencio sepulcral… asustadas, las muchachas escucharon el galope de un caballo, y un terrible relincho. El galopar del caballo se iba escuchando cada vez más cerca. Las chicas estaban aterrorizadas cuando vieron al espantoso jinete sin cabeza que poco a poco se les iba acercando. En ese momento se escuchó la voz de la muchacha que les gritó a sus amigas: ¡Al suelo, tírense al suelo! Todas obedecieron justo a tiempo para que el jinete francés les pasara por encima al tiempo que blandía su espada tratando de cortar sus cabezas. Varias veces el jinete trató de cortárselas. De pronto, apareció otro jinete vestido de gamuza, con un paliacate en la cabeza, sombrero colgado a la espalda, y que empuñaba un machete en la mano… era el fantasma de un Cuerudo de Apatzingan, que había llegado de ultratumba para salvar a las muchachas. El jinete francés salió huyendo precipitadamente. Cuando las jóvenes quisieron darle las gracias al “cuerudo”, había desaparecido…

Sonia Iglesias y Cabrera

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