El
Callejón del Beso es una triste leyenda de Guanajuato, México. Se trata de una
narración muy antigua de dicho estado, tan pleno de riqueza oral y de
callejones, en la que se relata que la joven Ana era una bellísima mujer, hija
de un acaudalado señor de Guanajuato. Cierta vez conoció a un muchacho humilde
y sin recursos económicos que era minero y se llamaba Carlos. En cuando los dos
jóvenes se vieron a la salida de misa, quedaron profundamente enamorados.
Carlos
no se atrevía a hablarle a Ana, pues era consciente de la diferente clase
social a la que pertenecían y que los separaba irremediablemente. Sin embargo,
un buen día se armó de valor y la saludó a la salida de la iglesia. Después de cortejarla
y platicar con Ana en el balcón de la casa de la muchacha, era un hecho el
fuerte amor que les unía.
Pero
un malhadado día, alguien fue con el chisme de los amores de Ana al padre, quien
inmediatamente montó en cólera, llamó a su presencia a su hija, y le prohibió
terminantemente cualquier contacto con ese joven de tan poca fortuna. En caso
de que Ana no hiciese aprecio a lo ordenado , el padre la amenazó con recluirla
en un convento hasta el fin de sus días en este Tierra.
Sin
embargo, los jóvenes no estaban dispuestos a renunciar a su amor, y Carlos, con
muchas dificultades económicas, rentó una habitación enfrente de la casa donde
vivía Ana. Desde entonces desde los dos balcones de ambas casas que estaban frente y ayudados por la dueña de
Ana, los enamorados se veían todas las noches y planeaban su pronto matrimonio;
ya que el padre de la muchacha la había prometido a un amigo suyo que era muy
rico.
Pero,
el padre sospechaba de los amoríos de su hija, y una noche entró a la recámara de Ana y la sorprendió en pleno
idilio con Carlos. Sin pensarlo un solo momento, el furioso hombre sacó una
daga y la hundió en el pecho de Ana, sin que la dueña pudiese impedirlo. Al
verla desvanecida, Carlos le tomó una mano a su adorada y la besó
fervientemente.
Poco
tiempo después, el desgraciado Carlos no pudiendo soportar la pérdida de Ana,
decidió suicidarse arrojándose en el tiro principal de la mina donde trabajaba.
Desde entonces, la calle en que se encuentran las dos casas con sus balcones,
recibió el nombre de El Callejón del Beso.
La
conseja popular dice que cuando una pareja pasa por el Callejón del Beso, debe
darse un ósculo al subir al tercer escalón, si lo hacen es seguro que tendrán
siete años de felicidad, de lo contrario, serán desafortunados e infelices
durante el mismo lapso indicado.
Sonia
Iglesias y Cabrera
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