En
el siglo XVII, llegó a la Villa Real de Chiapa una hermosa imagen de San
Sebastián Mártir. Santo muy venerado que fuera soldado del ejército romano y
del emperador Diocleciano y que, posteriormente, se convertiría en mártir
cristiano. Para venerarlo, se le construyó un templo, cuyas ruinas podemos ver
en la ciudad de Chapa de Corzo, en el Cerro de San Gregorio.
Cuenta
la leyenda que en cierta ocasión una señora que se dice era muy bella, estaba
desesperada porque su hijo estaba muy enfermo y no encontraba quién lo curase,
a pesar de que ya había visitado a varios médicos y a alguno que otro
curandero. La enfermedad que lo aquejaba era sumamente extraña y no le permitía
mover sus piernitas. Por casualidad, la mujer se enteró de que en Chiapa
encontraría la cura para su hijo. Ante esta noticia la mujer decidió
trasladarse a la ciudad acompañada de sus sirvientes, para pedirle el milagro a
San Sebastián, Y efectivamente, el hijo se curó, y en agradecimiento la mujer
repartió provisiones entre los habitantes más humildes de la ciudad.
Mientras
repartía los comestibles, un grupo de indígenas pintados de la cara de blanco y
con llamativas vestimentas, se puso a bailar en agradecimiento a la señora que
llevaba el nombre de doña María de Angulo. Al verlos, la dama les dio a ellos
también comida, al tiempo que les decía - ¡Para el chico!, lo que los indios
convirtieron en “Parachico”. Desde entonces, la danza de los Parachicos sigue
vigente.
De
esta leyenda existe otra versión que nos relata que en el siglo XVIII arribó a
Chiapa de Corzo una dama española que venía de Guatemala, acompañada de un hijo
muy enfermo que los médicos no habían podido sanar. Iba a la mencionada ciudad
porque le habían dicho que en ella ejercía un magnífico curandero. Mientras se
dirigía a la casa del curandero, los sirvientes que la acompañaban iban
gritando. -¡Dejad el camino libre, porque va a pasar mi patrona doña María
Angulo!
Al
llegar a lo del curandero en el cerro de Namandiyuguá, le dijo que si quería
sanar a su hijo, debía ir a las aguas sanadoras de Cumbujuyú, para que lo
bañara durante nueve días y que debía tomar un preparado de hierbas que él
preparaba. La mujer, esperanzada, obedeció al curandero y, efectivamente, pasados
los nueve días el niño se alivió completamente. La mujer regresó feliz a
Guatemala. Como eran tiempos de fuerte hambruna en la ciudad, la dama que era muy
rica, distribuyó maíz, frijol, verduras y dinero entra las habitantes de Chapa
de Corzo, al tiempo que decía: ¡Para el chico, para el chico!
El
día de San Sebastián, la mujer sacó a su hijo en andas solamente ataviado con
un taparrabos, como el santo, para que la ciudad no volviera a padecer
hambrunas. Como al año siguiente la naturaleza fue pródiga, los lugareños
establecieron una fiesta que tiene lugar del 15 al 23 de enero, donde se llevan
a cabo ceremonias religiosas y distracciones paganas, a fin de homenajear a San
Antonio Abad, el Señor de Esquipulas y a San Sebastián. En esta festividad no
falta la famosa Danza de los Parachicos.
Sonia
Iglesias y Cabrera
No hay comentarios.:
Publicar un comentario