martes, 1 de marzo de 2016

El guerrero tlaxcalteca




En la época prehispánica, en la ciudad de Tlaxcala, vivía un guerrero que era tan fuerte como diez. Medía más de dos metros y manejaba una inmensa macana que solamente él era capaz de cargar. A tan famoso guerrero lo solicitaban muchos señoríos indígenas, entre ellos el mexica, pero el valiente guerrero, que se llamaba Tlahuicole,  nunca aceptaba y aclaraba que él era un general tlaxcalteca. Pero el emperador azteca Moctezuma lo codiciaba y ordenó a sus guerreros que lo apresasen y lo llevaran ante su persona. Por veinte días buscaron al majestuoso guerrero; cuando le encontraron, trataron de apresarlo, pero sin éxito, pues su fortaleza los venció. Entonces decidieron ponerle una trampa en una ciénaga.
 
Ante la trampa, que estaba muy bien urdida, el valiente tlaxcalteca cayó preso. Inmediatamente, los soldados lo llevaron a Tenochtitlan al palacio del Huey Tlatoani Moctezuma. Al tenerlo frente a él, el emperador le dijo: -¡Valiente guerrero tlaxcalteca, te pido disculpas por la manera en que mis guerreros te han traído, pero es necesario que formes parte de mis tropas y seas nuestro general! Pero el apresado muy dignamente le contestó que no aceptaba, ya que los mexicas eran enemigos de él y de su pueblo, y que nunca formaría parte de las tropas mexicas. Entonces Tlahuicole, ante la insistencia del Huey Tlatoani y porque no le quedaba más remedio, aceptó la oferta y se puso al mando de las tropas mexicas que querían conquistar a los purépecha.
Al frente del ejército mexica, Tlahuicole avanzó hasta tierras michoacanas y realizó varias conquistas. Terminadas éstas, el guerrero regresó a Tenochtitlan y le dijo al emperador que había cumplido con lo pedido. Moctezuma, muy contento por las victorias, ordenó que se realizase una fiesta para celebrar tan buenas noticias. Y le dijo a Tlahuicole: - ¡Quédate con nosotros, que a cambio yo te daré lo que me pidas! A lo que el joven replicó: - ¡No! Jamás traicionaría a mi señor tlaxcalteca!
Enojado, Moctezuma ordenó que veinte de los guerreros más valientes le dieran muerte al necio tlaxcalteca en una lucha dispareja, en la cual a Tlahuicole le dieron un escudo de papel y una macana sin láminas de sílex. Si ganaba le dejaría Moctezuma en libertad. La lucha comenzó, ocho mexicas murieron a manos del tlaxcalteca y los demás quedaron heridos e incapaces de pelear. Ante este hecho, el emperador le devolvió la libertad; sin embargo, Tlahuicole le responde que no podía regresar a Tlaxcala pues estaba deshonrado, y deseaba ser sacrificado.
Moctezuma cumplió su deseo y Tlahuicole fue sacrificado a Huitzilopochtli en el Templo Mayor. Su cuerpo fue tirado en Villa Alta, en una ciénaga donde todavía se encuentran los restos de este valiente guerrero que nació en San Juan Ixtenco.

Sonia Iglesias y Cabrera

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