San
Miguel del Milagro es un poblado del municipio de Nativitas en el estado de
Tlaxcala, donde se encuentra un santuario dedicado a San Miguel Arcángel, jefe
de los ejércitos de Dios y protector de la Iglesia, patrono de la Iglesia
Universal. Dicho santuario fue uno de los más importantes baluartes de la
evangelización, llevada a cabo por los frailes franciscanos españoles de la
conquista.
Una
leyenda narra que Diego Lázaro fue un indio converso feligrés del pueblo de San
Bernabé, que un día 25 de abril decidió participar en una procesión. Era el día
dedicado a San Marcos, autor del Evangelio y fundador de la Iglesia de
Alejandría. En esa tarea religiosa se encontraba Diego, que por cierto contaba
con tan sólo diecisiete años, cuando de
pronto se le presentó San Miguel, sin que nadie más que él lo pudiera ver, y le
dio un mensaje directamente venido de la voz de Dios. En él, el Creador le
decía que comunicara a los habitantes del pueblo que debía construirse un
templo en honor al arcángel. Al tiempo que el arcángel le comunicaba al indio
lo pedido, bendijo una fuente que se encontraba en el lugar, la cual se
convirtió en un maravilloso manantial de agua milagrosa. Pero Diego Lázaro dudó
que las personas le creyesen el portento, y en castigo a su incredulidad San
Miguel lo enfermó de cocolixtli, tabardillo, que provoca fiebre, dolor de abdomen
y vómitos.
Cuando
Diego ya estaba a punto de morir, se le volvió a aparecer el arcángel en su
casa, y esta vez todos los que estaban con el indio lo pudieron ver, pero
salieron corriendo muy asustados. Cuando regresaron, Diego estaba curado. Ante
este nuevo prodigio se apresuró a ir a ver al obispo de Puebla, para contarle
lo sucedido ya completamente convencido de que el religioso le creería.
Después
de mucho batallar para ver al clérigo, le relató la petición, a lo que el
obispo accedió de buen grado y, previa comprobación de que el agua del
manantial era realmente milagrosa, construyó el templo solicitado por Dios. Para
elaborarlo se empleo piedra tezontle y en el atrio se dejó la fuente que San
Miguel había bendecido.
En
1643, el santuario original fue destruido por órdenes del obispo Juan de
Palafox y Mendoza, a fin de construir uno mejor, que con el tiempo se convirtió
en parroquia.
Sonia
Iglesias y Cabrera
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