Este
rico hombre odiaba a los piratas, pues en una ocasión que andaba navegando con
su esposa, uno de ellos le dio muerte a la mujer que tan querida era de don
Sebastián. Sin embargo, a pesar de las guardas que el padre le ponía a la bella
hija, ésta se enamoró de un hombre. Como era una buena chica, le confesó su
amor a su progenitor, asegurándole que se trataba de un joven de buena familia
que vivía en Cuba. Muy enojado, don Sebastián le prohibió a la joven que
volviera a ver a ese descarado hombre.
Un
mal día, el padre descubrió que la hija recibía a su enamorado en su propia
recámara. Al verlos, el padre perdió completamente los estribos y sacó su
espada para matar al atrevido pretendiente. Éste hizo lo propio, y los dos
hombres emprendieron una lucha a muerte. En un descuido don Sebastián cayó
completamente muerto con la espada clavada en el corazón. Nunca se enteró que
el enamorado era nada menos que un pirata muy conocido que respondía al nombre
de Barbilla. La muchacha, al ver a su padre muerto, cogió la espada de su padre
y con ella dio muerte al pirata asesino.
Terriblemente
afectada, la joven donó toda la fortuna de su padre a los pobres y se metió de
monja a un convento.
Sonia
Iglesias y Cabrera
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