El
pueblo de Zanatepec, cuyo nombre significa en lengua náhuatl, El Cerro de los Zanates, se encuentra situado
en el estado de Oaxaca. La tradición oral del pueblo zapoteco narra que hace
muchos años, en el siglo XIV, vivían en una comunidad dos jóvenes que estaban
muy enamorados. Ella se llamaba Teocalxóchitl, él Acatzánatl. Ambos eran muy
guapos: fuertes, morenos y sanos.
En
cierta ocasión que se encontraban a la orilla de una hermosa laguna situada
cerca del pueblo donde habitaban, jurándose amor eterno, como hacen todos los
enamorados del mundo, salió de la laguna una diosa que tenía alas hechas de oro
y viendo a los jóvenes decidió convertir a Acatzánatl en zanate, una ave de la familia de las icteridae, de brillante color negro.
Al
ver a su amado convertido en pájaro, la pobre Teocalxóchitl murió de tristeza
tres años después de ocurrido tan lamentable hecho. El padre del desdichado,
que era un importante tlatoani y se llamaba Nahuiltécpatl, lleno de dolor, mandó
que sus escultores le hiciesen un zanate de oro, que puso en un altar dentro de
una gruta, como homenaje a su querido hijo. Pero, los indios de Chiapas
codiciaron tan hermosa escultura, se la robaron y la escondieron en una
montaña.
Poco
después, los pobladores de Zanatepec, decidieron hacer una campana de oro, cuyo
diáfano sonido llegaba a oírse muy lejos. Al ver esa maravilla, los indios
chapanecos decidieron robarla, como lo habían hecho con el zanate de oro. Una
vez robada la campana, la arrojaron a la laguna.
Entristecido,
el tlatoani Nahuiltécpatl decidió fundar un nuevo pueblo al que dio el nombre
de Zanatepec y a la laguna le dio el nombre de Laguna del Zanate de Oro, en
honor a su amado hijo que a tan temprana edad había sido víctima de una malvada
diosa.
Sonia
Iglesias y Cabrera
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